Sabores con historia: milcao y chapalele
En el corazón del sur de Chile, particularmente en el archipiélago de Chiloé, hay dos preparaciones que representan la identidad culinaria de la zona: el milcao y el chapalele. Ambos forman parte esencial del tradicional curanto y han sido transmitidos de generación en generación, convirtiéndose en un símbolo cultural y gastronómico de la región de Los Lagos.
¿Qué es el milcao?
El milcao es una especie de tortilla o bollo elaborado principalmente con papa rallada cruda y papa cocida, que se mezcla con manteca de cerdo o chicharrones. Esta combinación genera una textura única: crujiente por fuera y suave por dentro. Existen distintas variantes: al horno, frito o cocido en hoja dentro del curanto.
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Ingredientes tradicionales:
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Papa cruda rallada y exprimida
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Papa cocida molida
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Sal
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Manteca o chicharrones
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Su sabor ligeramente salado y su textura característica lo convierten en un infaltable en festividades y reuniones familiares en la zona sur del país.
¿Qué es el chapalele?
A diferencia del milcao, el chapalele se elabora con papa cocida molida y harina de trigo, formando una masa más uniforme y densa que se cocina hervida o al vapor. Tiene un sabor más neutro y suele acompañarse de carnes, miel o incluso mermeladas, dependiendo de la ocasión.
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Ingredientes tradicionales:
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Papa cocida molida
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Harina de trigo
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Sal
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Su preparación es más sencilla y rápida, y su uso como acompañamiento en el curanto o en platos cotidianos le ha ganado un lugar en la mesa de muchas familias sureñas.
Principales diferencias
Característica | Milcao | Chapalele |
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Base | Papa cruda + papa cocida | Papa cocida + harina |
Textura | Crujiente por fuera, blando por dentro | Más denso y uniforme |
Sabor | Más sabroso por la grasa o chicharrones | Neutro, ideal para acompañar |
Cocción | Frito, al horno o al vapor | Hervido o al vapor |
Patrimonio culinario de Chiloé
Tanto el milcao como el chapalele son reflejo de la cultura alimentaria del pueblo chilote, donde la papa es protagonista. En una tierra donde se cultivan más de 200 variedades nativas, estas preparaciones evidencian el ingenio ancestral para transformar ingredientes simples en platos sabrosos, nutritivos y cargados de identidad.
Ya sea en un curanto al hoyo, en una feria costumbrista o en la mesa de una casa sureña, estos sabores siguen conquistando a locales y visitantes por igual.