La salmonicultura chilena vive una transformación clave: dejar atrás la dependencia histórica de antibióticos y avanzar hacia estrategias basadas en insumos naturales, con impacto directo en la sostenibilidad, el bienestar animal y la confianza de los consumidores.
En el programa “Salmón en la Patagonia” de Patagonia Radio, Hugo Martínez, Customer Satisfaction Manager de MNL Group, explicó cómo el uso de extractos de algas, antioxidantes y “superfrutas” como el maqui está logrando resultados medibles en la producción.
“Hoy nuestros clientes han reducido en torno a un 50% el uso de antibióticos, mejorado en un 5% el factor de conversión de alimento y aumentado en un 3% el crecimiento de los peces”, detalló Martínez.
Un giro desde la prevención
Martínez recordó que el empleo de antibióticos en la salmonicultura no es arbitrario: está regulado por Sernapesca, requiere prescripción de médicos veterinarios y se aplica sólo cuando fallan las medidas preventivas.
Estas medidas incluyen desde la densidad y oxigenación en los centros de cultivo hasta el manejo del estrés de los peces. “Cuando la prevención no es suficiente, la estrategia curativa entra en acción”, explicó.
Sin embargo, el desafío actual es reducir esa dependencia mediante dietas funcionales que refuercen la inmunidad y la salud intestinal de los salmones.
Maqui y bioresiliencia: la nueva ruta
MNL Group ha desarrollado un portafolio de productos que incorpora extractos botánicos y antioxidantes de alta potencia. Entre ellos:
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Futerpenol, orientado a enfrentar la Septicemia Rickettsial del Salmón (SRS).
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FWXT, versión potenciada con maqui para la fase de agua dulce.
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Futercoho, diseñado para mejorar la función hepática en esa especie.
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Maki XT, considerado el antioxidante más poderoso disponible en la industria.
Estos productos permiten aplicar el concepto de “biorresiliencia”, que consiste en ayudar a los peces a rendir como si estuvieran en condiciones ideales, incluso bajo estrés operativo.
“Lo que llega finalmente al plato del consumidor es un salmón más eficiente y más sano”, subrayó Martínez.
Impacto productivo y ambiental
Los beneficios de estas estrategias no se limitan al control sanitario. Menor uso de antibióticos y mejor conversión de alimento significan menos residuos en el agua, reducción de la mortalidad y un avance en certificaciones internacionales como la ASC, que penaliza el uso excesivo de fármacos.
Martínez también destacó que el enfoque ya traspasó fronteras: “Estamos trabajando con productores de tilapia en Brasil con resultados muy alentadores. La metodología preventiva y nuestros productos son exportables a otros mercados”.