La nutricionista Lissette Duarte, magíster y doctora en nutrición, explicó en el programa Soy lo que Como los alcances de una investigación inédita en Chile sobre la beta-caseína, una proteína presente en la leche de vaca que podría estar vinculada a los problemas digestivos que experimentan algunos consumidores.
Según la especialista, la beta-caseína se presenta en dos variantes principales: A1 y A2. Aunque la diferencia entre ambas es mínima —un solo aminoácido en su estructura—, esa variación sería suficiente para generar cambios en la digestión y en la respuesta intestinal.
“Nunca antes se había hecho una investigación con este tipo de leche en Chile y con población local”, destacó Duarte.
Intolerancia más allá de la lactosa
En Chile, una proporción significativa de la población presenta algún grado de intolerancia a la lactosa, condición que suele aumentar con la edad. Sin embargo, explica Duarte, hay personas que reportan malestar aun cuando consumen leche sin lactosa.
En esos casos, la beta-caseína A1 podría estar detrás de los síntomas. Estudios internacionales han asociado esta variante con distensión abdominal, gases, diarrea e incluso procesos inflamatorios en el intestino.
Por el contrario, la beta-caseína A2 se perfila como una alternativa para quienes sienten molestias con la leche convencional.
Investigación en población chilena
El estudio que lidera Duarte busca medir de forma objetiva el impacto de estas proteínas. Para ello, el equipo aplica test de hidrógeno espirado —que confirma la intolerancia a la lactosa— y analiza muestras de deposiciones para detectar inflamación intestinal mediante el marcador calprotectina.
El proyecto incluye además encuestas sobre la percepción de síntomas, como hinchazón, cólicos y cambios en el tránsito intestinal, tras el consumo de distintos tipos de leche.
“Lo que esperamos es comprobar si la leche con beta-caseína A2 representa una mejor alternativa para quienes refieren intolerancia, ya sea por la lactosa o por la proteína”, explicó la investigadora.
Mantener el consumo de lácteos
Duarte subraya que el objetivo no es eliminar los lácteos, sino ofrecer alternativas para mantener su consumo en la dieta.
“La leche es un excelente vehículo de proteínas, calcio y vitamina D, nutrientes esenciales para todas las etapas de la vida. El desafío es que cada persona encuentre la forma de consumirla sin malestar”, señaló.
Las guías alimentarias actuales recomiendan no suspender los lácteos en la adultez, ya que continúan siendo clave para la salud ósea y la buena nutrición, especialmente en embarazadas, adultos mayores y adolescentes en etapa de crecimiento.
Una recomendación práctica
Hoy no existe un examen clínico para diagnosticar intolerancia a la beta-caseína A1. Por eso, la especialista aconseja un camino simple:
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Confirmar o descartar la intolerancia a la lactosa mediante el test de hidrógeno.
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Si los síntomas persisten, probar leche con beta-caseína A2, disponible en el mercado nacional en versiones con y sin lactosa.
“En muchos casos basta con hacer la prueba y observar si los síntomas mejoran”, puntualizó Duarte.