Luego de que algunas autoridades de la Región de Los Lagos, lideradas ´por el alcalde de Puerto Montt, Rodrigo Wainrahgt, pusieran en agenda la posibilidad de mantener el horario de verano durante todo el año en la región —al igual que ocurre en Magallanes y Aysén—, ha resurgido el debate sobre la conveniencia de esta medida desde una perspectiva multidimensional. No obstante, adoptar de forma permanente el horario de verano (UTC-3) tampoco coincide con el huso horario que geográficamente le corresponde a Puerto Montt ni al resto del país. Pocos saben que Chile continental, por su ubicación en el meridiano 75° oeste, debiese regirse naturalmente por el huso UTC-5, el mismo que utilizan países como Colombia, Perú, Panamá y parte de Ecuador. Actualmente, sin embargo, el país opera con UTC-3 en verano y UTC-4 en invierno, priorizando criterios sociales, económicos y de seguridad por sobre la referencia geográfica.
Este huso natural fue efectivamente utilizado en las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, a partir de 1968, Chile comenzó a adoptar el cambio estacional de hora con el objetivo de aprovechar mejor la luz solar, ahorrar energía eléctrica y sincronizar actividades económicas con otros países. Desde entonces, se estableció el sistema de horario de verano (adelantando una hora) y horario de invierno (retrasándola), lo que convirtió a UTC-4 en el horario estándar y a UTC-3 en el horario de verano.
¿Por qué no volvemos a UTC-5?
La respuesta está en la vida cotidiana. Usar el huso natural significaría tener amaneceres y atardeceres mucho más tempranos, algo que podría dificultar las rutinas escolares y laborales, especialmente en invierno. El cambio fue motivado también por la necesidad de adaptar el país a un ritmo más moderno, con horarios extendidos de comercio y trabajo, además de favorecer la seguridad ciudadana en las tardes con más luz solar.
En los últimos años, ha surgido un nuevo debate: ¿debería Chile mantener el horario de verano durante todo el año? Algunos expertos en salud y educación han manifestado preocupación por los efectos del cambio de hora en el sueño, el rendimiento escolar y la salud mental. En 2015, el Gobierno de Michelle Bachelet implementó el horario de verano permanente durante todo el año, pero la medida fue revertida en 2016 tras críticas por los oscuros amaneceres en el sur del país y sus efectos en niños y adultos mayores.
A pesar de ello, el tema sigue abierto. Sectores empresariales y de turismo valoran el horario extendido por las tardes, mientras que especialistas en cronobiología advierten que forzar al cuerpo a trabajar con luz artificial podría generar consecuencias a largo plazo.
Por ahora, Chile se mantiene entre dos tiempos: uno impuesto por la naturaleza y otro por la necesidad de sincronización social y económica. Pero la pregunta persiste: ¿debiese Chile volver a su huso natural UTC-5 o avanzar hacia un horario permanente que favorezca la vida moderna?