Chile vive una transformación profunda en su sistema escolar: el número de estudiantes extranjeros creció un 255% en siete años, pasando de 77.607 alumnos en 2017 a 275.927 en 2024, según datos del Documento de Trabajo N.º 38 del Centro de Estudios del Ministerio de Educación (MINEDUC).
A nivel nacional, la matrícula extranjera representa hoy el 7,7% del total, un cambio sin precedentes que se ha hecho sentir especialmente en regiones como Tarapacá, Antofagasta y Metropolitana. Sin embargo, el informe también destaca un aumento sostenido en zonas centro y sur, donde comunas y comunidades escolares han debido adaptarse rápidamente a la nueva realidad.
En este contexto, la Región de Los Lagos ha triplicado la proporción de estudiantes extranjeros en su matrícula regional entre 2017 y 2024, superando el 3% actual. Aunque no es una de las regiones con mayor número absoluto de estudiantes migrantes, sí presenta una de las variaciones porcentuales más significativas del país.
“En algunas regiones se han duplicado e incluso triplicado las proporciones que los/as estudiantes extranjeros/as representan sobre la matrícula regional. Es el caso de la Región de Los Lagos”, detalla el estudio oficial.
Las comunas de Puerto Montt, Osorno y Castro concentran buena parte de este aumento, con estudiantes provenientes principalmente de Venezuela, Haití y Colombia. El fenómeno ha generado una presión inesperada sobre las escuelas, muchas de las cuales aún no cuentan con herramientas suficientes de acompañamiento psicoeducativo e integración intercultural.
El informe también revela que los estudiantes extranjeros presentan más probabilidades de retiro escolar temprano y mayores niveles de movilidad, lo que afecta su continuidad educativa. Este patrón se repite tanto en Los Lagos como en otras regiones del país.
En respuesta, algunas escuelas han comenzado a implementar planes de apoyo a la inclusión, como la incorporación de mediadores interculturales y programas de nivelación. Sin embargo, el documento advierte que estas medidas aún son insuficientes para revertir las desigualdades estructurales que enfrentan estos niños y niñas en el sistema educativo chileno.