La reciente decisión del gobierno de Estados Unidos de aplicar un arancel del 10% a productos chilenos —dejando fuera al cobre y la madera— ha generado un fuerte remezón en el comercio exterior nacional. El sector más afectado es la industria salmonera, que concentra más del 40% de sus envíos en el mercado norteamericano, su principal destino.
“Somos, por lejos, el sector más golpeado”, advirtió Arturo Clement, presidente de SalmonChile, en entrevista con El Mercurio. La nueva tarifa aduanera comenzó a regir el sábado 5 de abril, sorprendiendo a una industria que hasta ahora no consideraba esta amenaza como una prioridad.
“A fines del año pasado empezamos a conversar más seguido con el Gobierno, pero el tema del arancel no era el foco. Creíamos que el TLC nos protegía, y que no sería parte del conflicto”, explicó Clement.
Incluso en la Seafood Expo North America de Boston, celebrada hace solo dos semanas y considerada la feria de productos del mar más importante del mundo, el tema no fue abordado por ninguna delegación. “Nadie habló del tema”, recalcó el dirigente gremial.
EE.UU. representa el 40% del mercado: arancel pone en jaque envíos por US$2.500 millones
El mercado estadounidense absorbe el 40% del salmón chileno, muy por delante de Japón (17%). En total, se exportan más de US$2.500 millones al año, de los cuales un 80% corresponde a salmón fresco enviado por avión.
“Es un flujo diario que no se puede detener. El impacto es inmediato”, aseguró Clement. Desde el sábado, toda esa cadena de exportación comenzó a pagar el arancel del 10%, afectando tanto a contratos spot como a acuerdos de largo plazo.
“Los clientes spot —que representan un 25%— ya avisaron que no seguirán comprando por la incertidumbre. Si subes el precio un 10%, muchos no pueden traspasarlo al consumidor final”, explicó Clement.
En contratos más extensos, los diálogos son variados. “Algunos piden compartir el costo, otros dicen ‘no estoy dispuesto’. Pero lo claro es que no se puede trasladar el arancel al precio sin perder competitividad”, sostuvo.
Caída de demanda y baja de precios en mercados alternativos
Las primeras consecuencias ya se sienten: una caída del 20% en la demanda, solo por incertidumbre, y la necesidad de reubicar el producto en otros mercados.
En Brasil, por ejemplo, el precio del salmón chileno bajó un 4% de forma inmediata. A esto se suma un factor biológico ineludible: los peces siguen creciendo, por lo que las cosechas solo pueden postergarse un par de semanas antes de tener que vender a menor precio.
“Puedes aplazar la cosecha dos semanas, pero no más. Luego tienes que sacar el pescado y venderlo, aunque sea más barato”, agregó Clement.
Otros sectores exportadores observan con atención lo ocurrido con la salmonicultura, aunque por ahora no enfrentan impactos tan severos. Sin embargo, el escenario es incierto, y las medidas de Estados Unidos podrían ampliarse a otras industrias en los próximos meses.